¿Eres tú o es tu cultura hablando por ti?: Un vistazo al mundo de Ruth Benedict.
Colaboradora: Verónica González.
Sección: Mujeres antropólogas.
“El propósito de la antropología es hacer del mundo un lugar seguro para las diferencias humanas”
-Ruth Benedict, El Crisantemo y la espada.
Ruth Benedict fue una antropóloga, biógrafa y socióloga estadounidense, nacida en 1887 y fallecida en 1948. Caracterizada por su espíritu curioso y su vocación pedagógica, durante su juventud impartió clases en escuelas de niñas, a la par que devoraba todas las obras literarias que llegaban a sus manos.
A los 27 años contrajo matrimonio, lo que representó un obstáculo para su desarrollo profesional, ya que su marido no quería que trabajara fuera de casa. Pese a este impedimento, Ruth emprendió un ambicioso proyecto que, en este espacio, nos resulta muy familiar: La recopilación de biografías de mujeres sobresalientes.
Después de un corto periodo, el matrimonio se separó, lo que permitió a Ruth explotar todo su potencial profesional: En 1918 inició sus estudios como antropóloga y, posteriormente, asistió a su mentor, el célebre Franz Boas.
Habiéndose adentrado en el mundo académico, Benedict también desafió las imposiciones sociales de su época, manteniendo una relación amorosa con la también antropóloga Margaret Mead.
Los aportes de Ruth Benedict a los estudios antropológicos versan sobre un tema aún vigente: ¿Cómo explicar las diferencias culturales?
Ruth concebía a la cultura como un modelo casi uniforme de pensamientos y acciones configurador de sistemas de creencias. En ese orden de ideas, sus investigaciones parten del supuesto de que la cultura moldea el accionar del sujeto, que la interioriza y adopta, lo que le lleva a comportarse según su colectivo.
Las obras más famosas de Benedict fueron “Patrones de cultura” y “El crisantemo y la espada”, célebres por su valor etnográfico, sus referentes psicológicos y el uso de una hábil retórica y un estilo narrativo atractivo y compacto.
En plena Segunda Guerra Mundial, Benedict sostuvo que eran los factores culturales, no biológicos, los que determinaban las diferencias entre sujetos de sociedades distintas. También, aprovechó su puesto como profesora de la Universidad de Columbia, para denunciar el racismo y rechazar las supuestas bases biológicas que daban sustento a los alegatos supremacistas del momento. Así mismo, durante ese periodo, colaboró con el gobierno estadounidense realizando estudios sobre la cultura japonesa, ya que los Aliados buscaban conseguir ventaja estratégica sobre la nación nipona a partir del conocimiento de sus costumbres.
Las aproximaciones de Benedict, junto con las de otras y otros colegas, derivaron en la corriente del Relativismo Cultural, que cobró fuerza a partir de la posguerra.
Sería un error creer que los aportes de Ruth Benedict se restringen a la discusión académica, ya que, en realidad, sus aproximaciones nos recuerdan que todas y todos somos sujetos de cultura en constante diálogo con otros; por tanto, debemos tener presente que no se puede “evaluar” a una sociedad usando los estándares de otra, sino que ésta se debe de estudiar partiendo de la comprensión de sus propios pactos morales y símbolos.
Comprender cómo otras sociedades se comportan y rastrear el porqué de ese comportamiento, en lugar de pensar en cómo nos comportaríamos en su lugar, es pieza clave en el diálogo intercultural, y, por tanto, en la comprensión del otro.
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