Mary Douglas: Menos antropología de los otros, más antropología de nosotros.
Colaboradora: Verónica González.
Sección: Mujeres antropólogas.
Mary Douglas, (1921-2007), fue una antropóloga de corte estructuralista nacida en Italia y nacionalizada británica. Inició sus estudios en filosofía, en Oxford, pero luego de trabajar en mensajería durante la Segunda Guerra Mundial, retornó a la universidad para doctorarse en antropología, convirtiéndose entonces en discípula de Edward Evan Evans-Prichard, en el Instituto de Antropología Social. Algunos de los clásicos que influyeron en su formación temprana fueron Lévi-Strauss y Durkheim.
Si bien, hizo uno de sus primeros estudios etnográficos en 1949, con la tribu africana Lele, sus aportes más destacados se orientaron a sociedades occidentales, convirtiéndose en una de las primeras antropólogas en señalar que todos somos sujetos de cultura y, por tanto, la antropología no ha de ser una disciplina pensada para analizar sólo a ciertas culturas.
La estricta formación religiosa que Douglas recibió durante su infancia pareció influir decisivamente en sus intereses de estudio, ya que se especializó en análisis simbólicos, estudios sobre los textos bíblicos y leyes Kosher y teología, así como también se interesó por el estudio del impacto del ritual en cuestiones tales como la alimentación.
Probablemente, sus obras más famosas fueron “Pureza y peligro”, de 1966; y “Símbolos naturales”, de 1970, en las que propone el empleo de una perspectiva cultural para el análisis de la vida cotidiana, bajo el supuesto de que existen motivaciones culturales tras las acciones de los sujetos en sociedad, considerando, por tanto, la existencia de estructuras sociales que moldean la actitud de los sujetos. Es preciso señalar que, en sus análisis están muy presentes abordajes desde la semiótica y la estética, lo que le permitió posicionarse como una figura prometedora, prolífica e interdisciplinaria.
Así mismo, cabe decir que sus temas predilectos fueron la dicotomía pureza-contaminación reflejada en el ordenamiento moral, el matrimonio como institución social, la influencia del medio ambiente en los comportamientos culturales, el pensamiento mítico y su manifestación en los rituales, el vínculo entre la estructura social y el pensamiento, las diferencias entre sociedades individualistas y orientadas al grupo, y temas contemporáneos tales como el VIH desde una perspectiva cultural.
Quizá, uno de los planteamientos tratado por esta antropóloga más llamativo y hasta cierto punto vigente es la idea del cuerpo como metáfora de la estructura social, que le sirvió para analizar las reacciones del grupo social ante la “contaminación”, que, en sociedades modernas suele plantearse en términos de la enfermedad, lo que permite analizarlas desde una perspectiva cultural y así, contribuir a las explicaciones sobre el rechazo y el miedo.
En su afán de estudiar lo propio, cabe decir que sus ideas de la influencia de la estructura social en el pensamiento individual le facilitaron el análisis de cuestiones tales como la economía del consumo y el bienestar, la estandarización de la moda, los gustos y las ideologías.
Douglas trabajó en prestigiosas instituciones universitarias tales como Oxford, la Universidad de París y Yale, obteniendo múltiples reconocimientos. Así como, también, recibió de la nobleza inglesa el reconocimiento de “Dama de la orden del Imperio Británico”. Aún jubilada, continuó escribiendo artículos académicos hasta su fallecimiento.
Sus aportes a la antropología nos recuerdan que siempre es enriquecedor mirar hacia adentro de nuestras propias sociedades para comprender los fenómenos que nos atañen.
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