¿Qué significa ser mujer y adolescente?: El legado de Margaret Mead.

 

Colaboradora: Verónica González. 

Sección: Mujeres antropólogas. 


“A los niños se les debe enseñar a pensar, no qué pensar”

-Margaret Mead. 

Corría el año de 1901, en Pensilvania, Estados Unidos, cuando nació, en el seno de una familia acomodada, una de las antropólogas culturales más influyentes de la historia: Margaret Mead, feminista y activista por los Derechos Humanos.

Mead, Doctora en antropología por la Universidad de Columbia, fue profesora en esa institución y pieza fundamental del Instituto de Estudios Interculturales, surgido en 1944. 

Sus estudios versan sobre cuestiones tales como la relación entre la personalidad y la psicología, así como los condicionamientos impuestos por los marcos culturales a los individuos que se desenvuelven en éstos. Además, fue de las primeras investigadoras en considerar a la fotografía para los estudios antropológicos. 

Durante toda su carrera, Margaret Mead estuvo especialmente interesada en estudiar la educación y crianza de las infancias de acuerdo con sus culturas, por ello, realizó estudios sobre Teoría de la Enseñanza. Para afinar sus aproximaciones respecto a este campo, realizó estudios en Nueva Guinea, donde se enfocó en el análisis de las narraciones comunitarias y rituales que tenían como fin educar a las infancias. Respecto a esto, cabe decir que Mead partía de la hipótesis de que el carácter del niño variaba en función de su comunidad, para ello, investigó cómo se plasmaba el tránsito a la madurez a través de los símbolos de las culturas. 

Pero los estudios de Mead no se centraron sólo en la “otredad”, sino que, consciente de que todas y todos somos sujetos de cultura, volvió la vista hacia la sociedad occidental, preocupada por el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, lo que la llevó a declarar que el racismo, la explotación irracional de recursos y la actitud bélica eran comportamientos aprendidos, lo que implicaba que la sociedad era capaz de renovarse, a partir del cuestionamiento y abandono de dichas prácticas nocivas.

En ese sentido, también criticó y buscó refutar, por medio de sus estudios, ideas biologicistas y racistas vigentes en la academia, tales como la existencia de una mentalidad “prelógica” en las entonces llamadas sociedades primitivas, o las comparaciones entre la “mentalidad primitiva” y la infantil. 

Así mismo, cabe recordar una de sus aproximaciones más destacadas: La relativa al género. Mead emprendió investigaciones etnográficas en Samoa, buscando comprender el significado de ser mujer adolescente entre las poblaciones de esta región, interés que surgió a partir de su concepción de la adolescencia como un fenómeno más cultural que biológico. Ésta y otras labores de campo la llevaron a concluir que los roles de género variaban de acuerdo con la sociedad. En ese orden de ideas, Mead también criticó el sexismo biologicista de la academia, que, en aquel entonces concebía a la división sexual del trabajo como algo natural. Además, fue de las primeras autoras en utilizar el concepto de “género”, que concebía como una construcción social. Todo esto, en su época, la convirtió en pionera respecto a los estudios sobre las mujeres, ya que sus aproximaciones fueron retomadas por la psicología y la sexología de mediados del Siglo XX. 

Mead falleció en Nueva York, en 1978, dejándonos obras tales como “Haciéndose mayor en Samoa, un estudio psicológico de la juventud primitiva para la civilización occidental.” y “El sexo y el comportamiento en tres sociedades primitivas”. 

Esta prolífica autora, pese a que muchas de sus aproximaciones ahora se critican por abusar de la generalización, contribuyó a abrir la discusión sobre temas que, en su momento, significaban ir a contracorriente, tales como los relacionados con el papel de la mujer y la concepción de la diversidad cultural como recurso útil para la comprensión, no como un inconveniente.



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